De lo Emocional a lo Relacional

En distintos tiempos a partir del propio relato emocional relacional con la pareja del momento, solemos escuchar de otro “ella o él te hace daño” “no es para ti” “esa mujer busca a papá”

Esas frases son poderosas, en cuanto lo siguiente:

  1. Quién lo dice lo hace como una forma de cuidarte y advertirte, tomando en cuenta desde su percepción inconsciente que tú estás inválido emocional. Esas frases entrecomillas surgen desde un amor mal entendido, surgen de juicios, malos hábitos mentales-emocionales de aprendizajes distorsionados.
  2. Lo anterior ocurre cuando no estamos conscientes y cuando nos falta o perdemos poder personal, amor al sí mismo. Entonces, permitimos la descalificación de otros inconscientemente, que por aprendizaje y hábito entendemos por normalidad ( códigos relacionales afectivos) hacia nosotros mismos en nuestra elección y hacia quién elegimos.

“Ella/Él te hace daño” lo que nos hace daño es la forma relacional, lo aprendido relacional, la forma de conducirnos o desenvolvernos con ese otro, no es ese otro, no es esa otra persona. Las relaciones son de a dos. Nadie es víctima, a no ser que queramos ser víctima de alguien para no hacernos cargo de lo relacional, de lo que no podemos controlar, de lo que no sabemos hacer, de no hacernos cargo de lo que no queremos ver, de lo que necesitamos y por consecuencia negamos y traicionamos a nuestro ser. Permitimos dañarnos, permitimos o no, que nos hagan daño porque es relacional, del cómo sabemos de lo que aprendimos a relacionarnos en sus formas.

Fácil decir las mujeres son complicadas, son esto y lo otro, en vez de que el involucrado se observe en silencio, conecte consigo mismo en honestidad y coherencia para encontrar la guía y respuestas en su alma, sin responsabilizar a otros, adjudicándoles son esto o lo otro. Lo mismo cuando se dice que los hombres son esto o lo otro. Generalizamos a todo un género individualizándole a cada uno desde una mirada lineal, fuera de contexto, porque no alcanzamos a comprender lo relacional. Y en esos hábitos relacionales perdemos el sentido verdadero, nuestra esencia y el legitimarnos y legitimar a cada ser con amor en su propia identidad. Generalizamos porque aprendimos a pensar en masa, en colectivo desconectados de nuestra esencia, nuestra divinidad que es amor. 

“Esa persona no es para ti” ¿quién sabe si es o no? es uno mismo. El que otro nos diga “no es para ti” es arrogancia, descalificación, desprecio hacia el receptor y hacia la relación que sostiene el hombre o mujer en cuestión, pero no somos conscientes de aquellas actitudes y al no ser conscientes creemos que lo que decimos es amor por esa persona. Arrogancia en cuanto yo sé más que tú, descalificación en cuanto no sabes elegir, no apuesto por tus elecciones, no valido tu relación, no legitimo tu elección, no valido a ese otro u otra que elegiste. Cada quién sabe y nadie más sabe qué hace que elijamos a tal o a cual. En cada elección hay una invitación, una oportunidad y posibilidades para nuestra propia maestría evolutiva.

El alma sabe lo que necesita para su recorrido. Cuando no estamos alineados corazón, mente, consciencia, alma no hay consciencia unificada, no hay amor suficiente a uno mismo, entonces, buscamos o permitimos la aprobación o guía disfrazada en consejo de otro.

“Esa mujer busca a papá en ti” para que exista una mujer que busca a papá en sus parejas es porque hay un hombre-pareja que necesita y quiere cumplir esa parte rol en la relación. Por consiguiente, no hay víctimas, ni parejas que hacen daño. Lo que hace daño es lo que no queremos ver, lo que negamos dentro de nosotros mismos, lo que hace daño es lo relacional, sus formas antiguas aprendidas que dejaron de ser sostenibles.

Lo que hace daño son las interpretaciones, la propia vulnerabilidad no reconocida y asumida, los juicios propios y de otros en lo relacional interno y externo.

Lo que hace daño es nuestra inconsciencia, desconexión, los pisos falsos, lo que no vemos y no queremos ver, el autoengaño e incoherencia con la propia identidad del ser.

Lo que hace daño es buscar aprobación externa disfrazando u ocultándonos en la víctima, es entregar el poder a otros dentro de nuestra identidad y relación con la pareja o amistad con los juicios, interpretaciones y condicionamientos del opinante externo, sea un hijo/a, amiga/o, pariente.

Lo que hace daño es de lo que no nos hacemos cargo y vamos exponiendo a otros en lo íntimo, en lo personal de la relación vínculo pareja o amistad. Por no conversar con quién corresponde, con quién me provoca malestar o incomodidad.

Lo que hace daño es no saber o no atrevernos a poner límites por consiguiente dejamos entrar lo que no queremos en nuestra vida, permitimos que suceda una y otra vez lo que no nos aporta ni aporta a la relación.

Lo que hace daño es buscar en otros respuestas, aprobación o confirmación en lo que no nos estamos validando y legitimando en nosotros mismos.

El buscar afuera lo que hay adentro, es no hacerse cargo, es abandonar la propia coherencia, la unidad interna.

El arquetipo la víctima no se hace cargo de lo que dice, hace, permite, escucha, desea, provoca, construye o destruye. Este personaje busca amor en su rol, busca ser comprendido y apapachado, busca que las respuestas se la de otro, e incluso hasta que lo que no se atreve a hacer lo haga otro en su rescate.

Amados y Amadas, permitir a otros que opinen de lo íntimo con otro, de quién elegimos y con quién estamos en lo relacional es exponernos y exponer al otro u otra en nuestra identidad. Son acciones carente de respeto a uno mismo y el otro. Dichas acciones emocionales nos alejan de nuestro núcleo corazón, mente, consciencia, alma porque otorgamos poder en otro siendo que el poder está en nuestro interior, las respuestas siempre están dentro de nosotros.

Distinto es conversar con alguien que nos guíe o acompañe con preguntas para conectar con nuestra sabiduría y darnos cuenta el camino a seguir.

Es tiempo de hacernos cargo y avanzar hacia nuestra propia coherencia, lealtad y amor a uno mismo.

Es tiempo de bajar la mente al corazón y en unidad mirar, mirarnos, y mirar al otro en el no juicio.

Observemos las compatibilidades, y si son pocas aprendamos a soltar lo que no es nutritivo, sin darle más vueltas.

Observemos para encontrar caminos conducentes que enaltezcan la dignidad, honrando quién soy y honrando quién es el otro.

Las opiniones descritas al inicio van directo al ego, cuando estamos al servicio del ego no podemos escuchar con el corazón, primera señal que no estamos en nuestra propia coherencia. Significa que estamos desconectados de nuestra divinidad.

Observemos nuestros hábitos relacionales, sus vicios, sus enredos, nuestra emocionalidad predominante ante determinados hechos.

Observemos de quién o quienes aprendimos a relacionarnos de tal o tales formas para poder darnos cuenta, que existen formas vinculantes armónicas, amorosas, respetuosas en el intercambio relacional. Para darnos cuenta, que podemos transformar nuestra realidad interna y por consiguiente externa. Es hora de darnos cuenta y transformar nuestros hábitos de pensamiento, cambiar de ruta para el alto bien personal, familiar y de la humanidad.

La humanidad, tanto hombres como mujeres estamos heridos, fraccionados con un cúmulo de roles impuestos, cúmulo de formas relacionales inconducentes históricamente. Es hora de la transformación, y esto implica integrar y unificar esas heridas en el corazón y liberarnos de formas antiguas y roles insostenibles.

Conlleva aceptar lo vivido, aceptar los hechos e integrarlos en el corazón, honrando en gratitud lo que he juzgado de bueno y malo.

Cuando integramos y unificamos en nuestro centro energético de amor comenzamos el regreso a nuestro hogar interno.

Al regresar a nuestro hogar comienza a abrirse un mundo de posibilidades, y una de ellas es la conexión con la propia alma donde reside nuestra sabiduría, nuestra maestría. Entonces, no necesitaremos alimentarnos ni guiarnos por los juicios y aprobaciones de otros.

Con Amor

Alejandra Hammerschlag

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