Cuántas veces nos escuchamos decir ¡Es que no puedo! El no puedo es uno de nuestros enemigos del aprendizaje, tiene que ver con un aprendizaje social cultural de la Resignación.
“Lo dejo así, no insistiré, juzgo que siempre va a ser así, por más que quiera nada va a cambiar”, pulsando la resignación en el fondo de nuestro ser por no sentirnos merecedores, nos sentimos derrotados sin siquiera haberlo intentado, sintiendo que aquello es muy difícil para mí, entonces recurrimos a la queja, nos disponemos a seguir en el mismo lugar a no ver ni una posibilidad o nuevas acciones y caminos. En ese lugar, le damos cabida a la tristeza y a la desesperanza, al miedo e insatisfacción, cerrándonos a vislumbrar posibilidades.
Ocurre que la mente nos bombardea con una serie de frases aprendidas que limitan nuestra capacidad de ser y hacer. Estas frases nos llevan a habitar la sensación que algo perdimos, que el mundo es amenazante o injusto pensando que los demás tienen oportunidades, no me queda otra que vivir la vida así o declaramos “si nadie más lo ha logrado, imposible que lo logre yo”
Habitando la resignación, veremos que toda posibilidad que se nos ocurra o surjan le encontraremos un “pero es que”. Los peros nos limitan, eso que escucho y vislumbro no puedo acogerle, en mi ser, mi mente me dice que, continúe, así como estoy, pensando lo mismo de siempre, con tal es lo que conozco y llevo tiempo haciéndolo. Aunque me sienta en la insatisfacción e incomodidad, es lo que sé y conozco. Aquí la apertura a lo desconocido o a un nuevo movimiento interno y externo no es una posibilidad desde lo sombrío. La resignación conlleva ausencia de vigor, de fuerza y poder, por consiguiente, vamos olvidando nuestra disposición para la acción en resolución. La resignación contrae nuestra capacidad de acción mental, física y emocional. Nos desestabiliza.
¿Qué podemos hacer? Darme cuenta de la resignación, comprender su rol en su luz y sombra, observar en mi cuerpo la manifestación de ella, observar en mi interior la o las emociones que estoy sintiendo, desde qué lugar vivo la resignación en su luz o sombra y las veces que me he resignado a dónde me ha llevado. ¿Hubo algún cambio? ¿Qué pienso? ¿Qué me digo? ¿Qué siento? ¿Cómo es vivir con eso que siento? ¿Cuáles acciones posibles tengo?
La resignación en su luz nos lleva a aceptar aquello que está más allá de nuestras acciones, nos propone reconocer que no tenemos control absoluto sobre todas las cosas y acontecimientos. Entonces, nos invita a rendirnos y a aceptar lo que no depende de nosotros mismos. En su sombra, la resignación nos impide ver otros caminos, opciones y alternativas para cambiar y mejorar, restándonos poder personal. Nos limita a ir más allá y a desafiarnos a nosotros mismos, creyéndonos incapaces de poder sentir y hacer para nuestra propia felicidad.
Entonces, veamos en qué situaciones propias la resignación nos invita a la rendición, aceptación como acciones internas conducentes.
Ante la pérdida de un ser amado, la resignación nos invita y habla “Tranquilo/a, ante esta situación sea por muerte o abandono no depende de mí” Entonces, surge “Acepto que este hecho es así y nada puedo hacer, ocurrió, me rindo y lo acepto”. En la Aceptación ¿Qué sigue? Habitar la tristeza y dolor por la pérdida, llorarla a fondo, habiendo llorado para compensar mi emocionalidad en mi cuerpo físico me tomo una infusión de hierbas con miel o me doy un baño de tina con sal de mar con unas gotas de esencia de lavanda, jazmín o bergamota. Habitar la rabia, entonces bailo una danza propia aquella que surge del alma a pies descalzos de ritmo enérgico y poderoso. Luego respiro largo y profundo, aquietando mi cuerpo, conectando con el latir de mi corazón y el flujo de mi respiración. Para compensar mi emocionalidad en mi cuerpo físico bebo una infusión de menta o manzanilla e invito a la ternura abriendo mi corazón a la vida conectándome con la gratitud.
¿Cómo te sientes ahora? ¿En qué lugar emocional estás?
Permítete sentir, habitar abrazando aquello que sientes, liberando ese cúmulo de energía emocional para luego volver a tu centro, alineando tu ser a tu esencia de amor y abundancia en gratitud.
Ante la pérdida de trabajo, o deseo de un cambio laboral, o estar en un lugar donde no estamos a gusto (pareja, trabajo, familia, amistades) ¿Qué hacer? Identificar lo que me incomoda, lo que me hace ruido, reconocer y abrazar lo que no quiero dejar entrar en mi vida, reconocer lo que necesito invitar a mi vida y sostenerlos haciéndolo un hábito diario. Luego conectar con mis dones, recursos internos y validarme. Acepto que estoy donde no quiero estar. Reconozco que depende en amor y lealtad a mí lo que haga, piense y sienta. Observar las posibilidades, ¿Qué tengo para brindarme y ofrecerle al mundo? y ¿Con esto qué puedo hacer? ¿Cómo lo haré? ¿Dónde quiero estar? ¿Cómo me brindaré lo que sueño y deseo para mi alto bien y el de los demás? ¿Qué pasos voy a dar? ¿A quién pediré ayuda en caso de necesitarla?
Recuerda, aquí nadie sobra y nadie falta. Nadie es mejor o peor que tú, y tú no eres mejor ni peor que los demás. Simplemente somos y cada uno portamos nuestros propios mapas de ruta con dones y recursos que nos guiarán y acompañarán en el camino, somos únicos y singulares, somos partes de la suma del Todo. Conecta con la Abundancia de tu Ser, trae tu espiritualidad enraizándola a Madre Tierra.
Cuando aceptamos, llega la paz interior, entonces nos llenamos de entusiasmo, vigor, fuerza y movimiento para nuevas acciones abriéndonos a nuevas posibilidades.
Un abrazo de Aceptación y Paz en amor
Alejandra Hammerschlag V
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