Las Emociones y la Rabia

Las emociones no son buenas ni malas, simplemente son y están para invitarnos a darnos cuenta para generar movimiento. Cada emoción tiene una dirección y fuerza, un propósito interno y externo, un sentido. También se manifiestan en distintos grados de intensidad con una intencionalidad. Cada emoción posee su luz y su sombra, dependiendo el lugar en que la estamos habitando.

En algunas culturas, hay emociones mal vistas y esto ha traído sus consecuencias. Pondré como ejemplo, la rabia. Esta emoción es maravillosa, si la administramos asertivamente, podemos generar cambios. Imaginemos que colocamos un tarro de leche condensada en una olla a presión. Esto requiere de un tiempo de cocción. Si dejamos hirviendo la olla con el tarro adentro más del tiempo necesario, el tarro de leche condensada estallará, quedando esparcido su contenido por doquier. Sucede lo mismo con la rabia cuando la negamos, o es mal conducida, explotamos. La rabia sabia, es aquella que me invita a preguntarme ¿Esto que quiero hacer y en la forma que la manifestaré, le aporta al otro, me aporta a mí?

Esta emoción es poderosa, cuando sabemos usarla asertivamente. La rabia bien educada nos invita a la acción, nos posibilita movernos para poner límites, cuidar nuestro espacio, obtener logros y asumir desafíos. Instintivamente, está para defendernos y atacar. Si nos dejamos llevar por la rabia, atacamos queriendo resultados a diestra y siniestra, agrediendo, ofendiendo, insultando, descalificando, como consecuencia habremos dañado, dejando secuelas en las relaciones.

Si acogemos la rabia como nuestra aliada, aprenderemos a combinarla con otras emociones en su dosis equilibrada. La rabia con templanza es una rabia bien conducida. Cuando estamos ante algo injusto que nos activa la emoción de la rabia, debemos detenernos a pensar y preguntarnos “Esto que quiero manifestar hacia qué lugar lo quiero dirigir ¿cuál es mi objetivo para lograr que mi mensaje sea claro?  Esto que me provoca, me invita a colocar límites, mi objetivo es el respeto para conmigo y para el otro y para los demás, poner foco y establecer lo que me cuida y nos cuida. Como quiero que mi mensaje sea claro y mi objetivo no es agredir, entonces, hablaré firme, claro, con énfasis en mi tono de voz para que mi mensaje llegue.

Si mi accionar es desde la impulsividad, de forma reactiva, el resultado no será acorde a mi mensaje.

La rabia con rabia nos lleva a la ira y genera antipatía. La rabia con miedo nos invita a tener coraje y a anticiparnos, la rabia con tristeza nos muestra frustración, algo perdimos, algo no sucedió como esperaba y nos cuesta aceptarlo.

Comencemos a mirar la rabia como nuestra aliada, entendiéndola y conduciéndola con sabiduría, agregándole combinaciones con otras emociones, nos llevará a caminos conducentes al bien estar y bien ser. Combinaciones, rabia con ternura cuida nuestra dignidad, es seguridad y protección en su mensaje. Rabia con esperanza, genera entusiasmo y optimismo en su mensaje.

Comprender el origen y combinaciones, nos permite estar conscientes de aquello que estamos sintiendo y nos brinda claridad y una dirección para los desafíos a los que nos enfrentamos. La rabia como emoción es un recurso, está a nuestro servicio, tomemos consciencia que nosotros no estamos al servicio de la rabia. Les regalo esta pregunta ¿Cuál es tu elección, habitar la rabia en su luz o habitarla en su sombra?

Si negamos la rabia, nos restamos la posibilidad de ser, generando incoherencia en nuestro interior. La rabia es energía, energía que requiere manifestarse. Si no se manifiesta, encontrará su forma y lo hará a través de las células de nuestro organismo al punto de enfermarnos. 

Un abrazo de Bienvenida a la rabia que nos mueve para bien.

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>