Una ruta sináptica es un mapa que nos muestra caminos. Comenzamos nuestro recorrido sin saber con claridad a dónde nos llevará. Solo sabemos que el camino que escogemos nos llevará a encontrar lo que buscamos. Esta búsqueda tiene un propósito. El propósito es darnos cuenta de aquello que pulsa en nuestro inconsciente.
Seguir la ruta sináptica de los pensamientos es una herramienta maravillosa en mi darme cuenta. Este hábito, me lo enseñó una maestra de vida.
Seguir la ruta sináptica es tomar un hecho que me genera una o varias emociones que juzgo incómoda. A partir de ese hecho o emoción, comienzo a ir hacia atrás, me llevará a aspectos de los que no soy consciente, me develará información valiosa, hasta llegar al origen de una emoción o un pensamiento inicial. Es observar lo que hay detrás, y lo que hay más atrás y más hasta comprender dónde se originó eso que pienso, creo, siento e interpreto.
Cada vez que sigo la ruta hacia atrás, me sorprende lo que voy descubriendo. Uno de los ingredientes que me he dado cuenta, son mis creencias limitantes para el presente y miedos que aprendí por modelo y que no eran originales de mi ser, darme cuenta de aquellas creencias que me sirvieron en esa época de mi vida y las creencias nuevas que incorporé. Parte importante para mi propia transformación, ha sido el aprender a seguir mi ruta sináptica. Otro aspecto de esta herramienta es poder ver y reconocer aquellos patrones mentales y emocionales que me expanden o contraen, aquellos que me silencian y en ocasiones inmovilizan.
A la par para el logro de esto, fue darme cuenta los cuentos que me contaba. Si me miento o vivo dando explicaciones o justificándome en mi interno, no podré seguir mi ruta hacia atrás. Sólo estaré creando pisos falsos, alejándome del origen, de mi esencia.
Toda ruta sináptica nos conduce a nuestro origen y centro, permitiendo nuestra propia transformación.
Un abrazo de caminos transformadores
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