Dejar de habitar la ignorancia

Entender y comprender el sentido es dejar de habitar en la ignorancia
Desde la antigüedad, las parejas se han unido. Cada cultura con sus propios ritos. Uniones ante el sabio de la tribu, uniones ante un representante jerárquico religioso, uniones ante los seres amados marcando una nueva vida. En la época de la esclavitud, a los afroamericanos, no les estaba permitido casarse. Como los ritos son necesarios, un sector muy ingenioso de esclavos acudiendo a sus herramientas de trabajo eligieron una escoba. Ésta la colocaban frente a la pareja, al saltar la escoba al otro lado, representaba la declaración de marido y mujer. Comienzo con estos ejemplos, para comprender que ante un mismo objetivo hay variadas formas, según el origen. Esto, me lleva a observar que ante la necesidad podemos ser flexibles, tan solo nos falta apertura para sumar miradas.
Como sociedad planetaria, juzgo contradicciones vitales donde comunidades defienden a ultranza una u otra postura social, política, religiosa, olvidando la libertad, responsabilidad y compromiso como valores fundamentales, derivando a la institucionalidad la responsabilidad de normar y regular el ser y hacer. ¿Y si aprendemos y educamos en libertad, empatía, respeto y compasión (amar con la pasión del entendimiento)?
¿Estaremos educando a cabalidad y en concreto en valores, derechos y deberes como sociedades civiles?
Estamos condicionados a paradigmas sociales, que promueven la advertencia del castigo ante el incumplimiento de deberes. Tendemos a movernos al filo de la navaja, estirando el elástico en lo que aguante. Algunos se rebelan impulsiva y vehementemente entendiendo por modelo que esa es la forma. ¿Y si nos rebelamos inteligentemente? Quien se rebela inteligentemente, evoluciona.
Derechos y deberes van de la mano, y estos implican valores de responsabilidad, respeto, compromiso y libertad. Libertad no es hago lo que quiero. Libertad es llevar a cabo el propósito de vida para el más alto bien personal y el de todos, colocando nuestros dones al servicio de los demás.
Mi bien y el de los demás van de la mano. Podemos disentir, pensar diferente y comunicarnos, manifestarnos sin atacar, sin descalificar, sin violencia, sin destruir. La ley de resonancia es clara, violencia suma violencia, discordia suma lo mismo. ¿Y si sumamos entendimiento y respeto? ¿Si aprendemos a comunicarnos, a entablar conversaciones para posibles conversaciones trascendentes, conversaciones honestas sin miedos de por medio pulsando, sin prejuicios, sin juicios infundados?
Comprender que comunicar con firmeza no es sinónimo de agresividad o de gritar. La firmeza es claridad y coherencia. La firmeza es parte de la templanza.
Entender y comprender el sentido es dejar de habitar en la ignorancia.
En diversos ámbitos, eventos, situación y lugar existen condicionamientos de una estructura social rígida o flexible, positiva o negativa, lastre o liberadora, castigadora o paciente, disfuncional o armónica.
¿Qué tipo de observadores, comunicadores y constructores somos?
¿Dónde entra el amor en las estructuras sociales, es compatible lo uno con lo otro?
¿Quién ama, desea lo mejor para el otro y es capaz de trascender sus pensamientos, ideologías, intereses, su propia cobardía y vulnerabilidad?
¿El amor, es capaz de vencer la pereza, la comodidad, la ceguera, la rigidez, la ignorancia y la indiferencia? O acaso ¿necesitamos de más dolor para vencerlas?
Como seres sociales ¿Podemos velar por nuestros intereses personales equilibrando e incluyendo el interés común por un bien mayor?
No tengo las respuestas, sólo puedo hablar desde mi capacidad de amar, de lo que puedo transformar en mí y lo que puedo conservar en mí, sólo sé lo que puedo aportar libremente, con alegría con mis dones. Somos todos diferentes, únicos e irrepetibles.
Sin embargo, existen las estructuras sociales y para cada uno son percibidas y asimiladas de formas diferentes o similares. Para cada humano las estructuras nos brindan un orden, una ruta, se toman o se dejan, son o no son necesarias. Lo importante es observar conscientemente aquellas creencias que nos limitan y desde el amor a uno mismo y al otro, actuar desde la verdadera y propia libertad.
¿La libertad es saber amar? ¿Amar es libertad? Creo que sí. El amor y la libertad, cada uno un cuerpo compuestos por fases que van de menos a más en la escala evolutiva.
Todo surge desde dónde miramos, soñamos, construimos, compartimos y soltamos.
Sólo sé lo que yo puedo, sólo sé mis limitaciones y fortalezas, lo que me alegra y lo que me entristece, lo que me levanta y lo que me duele, lo que me mueve y detiene. Sólo sé lo que yo puedo y hasta dónde puedo. Sólo sé lo que voy descubriendo, entendiendo y comprendiendo, en la búsqueda de sentido.
Paz en los corazones de la humanidad
Alejandra Hammerschlag

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